¿Qué son las hormonas?

Todos hemos estudiado las hormonas, esos mensajeros químicos del cuerpo que controlan numerosas funciones y circulan a través de la sangre llevando información hacia los órganos y los tejidos. Estos componentes químicos intervienen en los procesos del metabolismo, el crecimiento y desarrollo y la reproducción. Y además, afectan al estado de ánimo y al apetito sexual.

En algunas tradiciones espirituales, las hormonas se consideran los mensajeros entre el alma y el cuerpo. Quizá tiene una cierta razón de ser, ya que un mal funcionamiento hormonal genera estados de bienestar o malestar según la cantidad que las glándulas aporten al cuerpo.

Hoy la píldora viene a hablarme de la serotonina, también conocida, junto con la oxitocina, como la hormona de la felicidad.

Tener los niveles de serotonina por debajo de lo normal se asocia, entre otras cosas a estados de hiperactividad, depresión, ansiedad, trastorno obsesivo compulsivo, agresividad, insomnio y estrés. ¡Casi nada!

¿Como aumentar estos niveles? Por supuesto con determinados alimentos como el pollo, las legumbres, el plátano, etc. También realizar actividades como yoga y relajación. Esto nos permite darnos cuenta de que realizando algunas acciones podemos mejorar nuestro bienestar fisico, emocional y mental.

Entre todas las propuestas hay una que llama especialmente la atención, estudiada y desarrollada por el Dr. David Hamilton: la amabilidad. Resulta que esta actitud es una gran segregadora de serotonina. En sus estudios ha descubierto lo siguiente: siendo amables nuestro cuerpo está más sano: la amabilidad retarda los procesos de envejecimiento, previene y es terapéutica en la depresión. Es cardioprotectora y antídoto contra el estrés.

Hamilton dice: “Pequeñas acciones diarias de amabilidad son más importantes que una gran acción. Lo importante es que seamos constantes. La empatía es la semilla que hace que crezca la compasión que florece en la amabilidad”.

Una vez más la píldora me indica que la magia de convivir con el Tourette requiere práctica. 

Todos los días.
Pequeñas acciones.
En diferentes ambitos.

Sin olvidarnos que la amabilidad mejora las relaciones sociales y además ¡es contagiosa!

El prospecto de la píldora me propone practicar ser amable durante este mes o en vacaciones. Observar… y a ver qué pasa.