La píldora mágica (15)

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La última píldora me ayudó a estar un poco mejor conmigo mismo. Me produjo la sensación de que “no hacer nada” muchas veces es “hacer algo”, y que sólo es mi mente la que me obliga constantemente a darle el alimento, la droga de la acción.

Esta nueva píldora me invita a prestar atención a mi cuerpo.  Y dice que el cuerpo habla, sólo que nosotros no le escuchamos. Claro, para escuchar, tengo que dejar de hablar. Tengo que parar un poco esa vocecilla que no para dentro de mi cabeza.

Para eso, voy a fijarme en ese espacio que se encuentra entre mis hombros y mis caderas.

Si pienso en mi espalda y por un momento siento mi columna vertebral, automáticamente noto cómo me pongo más derecho, tengo mejor postura. La columna, mis costillas, están enderezadas y me siento fuerte.  Porque todo mi esqueleto está aquí, en mi cuerpo, para darme sujeción, equilibrio y fortaleza. 

El primer efecto de escucharme es que, sólo con sentir mi espalda, con alargar un poco mi columna, puedo sentirme más fuerte.  Y eso me hace mucha falta, ya que a veces la carga que llevo sobre mis hombros, sobre mi espalda, es muy pesada.  Y me voy venciendo, me voy encorvando y siento que la vida, el Tourette, pueden conmigo. 

EL prospecto dice que cuando vengan estos momentos, me ponga derecho, respire, y sienta cómo mi espalda fuerte es ese soporte que me ayuda en los momentos difíciles. 

Mientras leo puedo sentir cómo mi columna está erguida, puedo notar el espacio entre mis vértebras desde la cadera hasta el cuello. Sintiendo el peso de la gravedad en mis caderas y también cómo mi cuello crece hacia el cielo. De esta forma, puedo sentir la verticalidad y la fuerza de mi columna.

Ahora sigo leyendo.  Debo fijarme en mi pecho, en el frente de mi cuerpo. Poniendo atención a mi corazón y a mi abdomen. Si pienso en mi respiración, inmediatamente está se va a hacer un poco más lenta y voy a sentir relajación.  Y con la expansión de mi pecho puedo sentir mi corazón. Puedo imaginar que es él quien respira. En la inhalación se abre y en la exhalación se relaja.

El corazón… capaz de albergar tanto sufrimiento y tanta alegría.  Y a veces es cierto que noto que se me cierra.  Y lo hace porque ya he sufrido mucho. 

Pero si pienso en mi espalda fuerte, que me sujeta y me da equilibrio, puedo permitir a mi corazón que se abra, que se suavice, para aceptar aquello que va surgiendo a lo largo del día. Puedo permitir estar en el momento presente de una manera compasiva y sin juicio.

La posología de la píldora dice que la tome cada mañana al despertarme. Que me siente en el borde de la cama, respire y simplemente tomo consciencia de cómo la fuerza y estabilidad de mi espalda me sostiene en cualquier situación y cómo la apertura de mi corazón me permite recibir con ternura y compasión cualquier cosa que traiga el día.

¡Ah! Y que me la tome con una gran sonrisa.

“Convierte en un hábito preguntarte a ti mismo: ¿Qué pasa dentro de mí en este momento? Esta pregunta te orientará en la dirección correcta. Pero no analices, simplemente observa” (Eckhart Tolle)

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