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Hoy la píldora viene a hablarme de incertidumbre.

Vivimos tiempos de incertidumbre.  Nos hemos visto apartados de nuestra vida habitual, nuestras rutinas, y no tenemos información precisa sobre lo que va a pasar: si vamos a volver a los trabajos, cuándo volverán los niños a los colegios, etc.

Pero ¿realmente qué es la incertidumbre?

Aunque no lo percibamos, la incertidumbre es una manera de pensar y de sentir y tiene mucho que ver con el funcionamiento de la mente.

Nuestro cerebro más primitivo (sistema límbico, emocional) se encarga de despertar el miedo para protegernos ante las amenazas.  Nuestro cerebro más nuevo (la corteza prefrontal, racional) se dedica también a protegernos, pero de otra forma: planificando el futuro. Y para hacer esto necesita mucha información y muy precisa. Cosa que, ahora mismo, no tenemos. Este es el mecanismo de supervivencia que traemos de serie.

¿Qué va a pasar? ¿Qué pasara si…? Esas son las preguntas que se hace nuestra mente en un intento de controlar la situación y poder actuar de alguna manera. Pero al no tener información precisa, se despierta el miedo de nuestro cerebro primitivo y nos lleva en mayor o menor medida a un estado de ansiedad que no queremos tener.

Cuanto más ansiosos nos sentimos, más “derrapa” nuestra mente. Al cerebro le cuesta más pensar y planificar.  Y para añadir un poco más de caos, aparece el contagio social: Si veo a alguien en la tele o en el súper comprando papel higiénico a destajo, entro en pánico y me pongo a comprar yo también.  Si, la ansiedad y el contagio social nos llevan a situaciones de pánico en las que desarrollamos conductas irracionales y, a veces, hasta salvajes.

Este punto es importante, porque pone de manifiesto que somos capaces de mantener una distancia para no contagiarnos el virus, pero que dejamos entrar en nuestra mente cualquier información viral desde cualquier parte del mundo.

Bueno, voy a mirar el prospecto.  La píldora me invita a explorar la incertidumbre desde la experiencia.

Toma una inhalación profunda….
Exhala por la boca.
Repítelo dos veces más.

Ahora, conecta con un pensamiento que te provoque incertidumbre. ¿Cómo percibes la incertidumbre? ¿Es agradable cuando la sientes? Obsérvate: Lo normal es que no te guste la incertidumbre.  Ante este hecho incierto que estás pensando, quizá deseas saber algo cuanto antes.  Es más, aunque vaya a suceder algo malo, prefieres saberlo antes que después. Quizá estás empezando a planear y a ver qué arreglar y cómo hacerlo.  

Con el tiempo, la incertidumbre se puede volver muy incómoda.  Es como un picor molesto. Es tu cerebro diciéndote: “te voy a hacer la vida insoportable hasta que me des lo que necesito, que es más información”. Recuerda que tu cerebro piensa que es la información la que te ayuda a sobrevivir. 

Esa incomodidad es ese picor que nos lleva a rascarnos, a hacer lo que sea.  Y cuanto más te rascas, más te quieres rascar. Empiezas a agobiarte y a preocuparte, tomas decisiones y ya no sabes si lo que has decidido y has hecho ha sido acertado o no. Quizá te has precipitado.

El prospecto de la píldora dice que en el caso de padecer Tourette este picor se multiplica por mil.

¿Qué puedo hacer, entonces? Si la mente funciona así, ¿puedo luchar contra ella?

Dice el prospecto que hay otra manera.

Conecta con ese impulso de “hacer algo”. Permítete estar con él, con la impaciencia, con la preocupación. Permítete sentir ese impulso, en vez de pensar en qué vas a hacer. Quizá notes que el resultado de “no rascarte” es mucho mejor que “rascarte”. Observa qué pasa ahora, cuando no actúas. Cuando te permites estar con tus sensaciones en lugar de hacer algo para arreglar o cambiar la situación.

Hay una frase que dice: “no te quedes ahí sentado, haz algo”. Prueba a cambiarla por  “no te quedes haciendo algo, siéntate”.  Siéntate con tus emociones y de manera activa y compasiva, escucha tu impaciencia.

Si viene el impulso dehacer algo cuando sientas el picor de la incertidumbre, recuerda tomarte la píldora: “no te quedes haciendo algo, siéntate”.  

De esta manera puedes ayudarte a ti mismo y a los demás. De esta manera, en vez de perseverar en el hábito de preocuparte, empiezas a desarrollar el hábito de observar, de NO hacer.

La preocupación es un comportamiento mental que nos hace sentir que controlamos nosotros. El problema es que esa sensación de control no arregla eso que nos hace sentir ansiosos o asustados.  Sobre todo, si no tenemos una información precisa. 

Mantente y relájate en el “no hacer”. No sólo mejorará tu vida, sino también la de tu entorno.

Dice el prospecto que la píldora tiene un efecto secundario que se potencia cuando la tomas: la amabilidad.

Cuanto más abandonas la preocupación, más amable te vuelves contigo mismo y con los demás. ¡Y esto es mucho más agradable que preocuparte! Y cuanto más practicas, más consolidas un nuevo hábito: la amabilidad.

La amabilidad es maravillosa. Aprendamos a ser amables con nosotros mismos, con los demás, con la naturaleza. Aprendamos a ser amables con el Tourette.

Respira amablemente. Siente cómo tu respiración cuida de ti, sin esfuerzo, sin tensión, amablemente… y bajará tu nivel de incertidumbre.

“Desde la amabilidad es posible cambiar el mundo” (Mahatma Gandhi)

PS: Te recomiendo ver el siguiente video:  https://www.ted.com/talks/judson_brewer_a_simple_way_to_break_a_bad_habit?language=es

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